En la obscuridad de mi habitación te escuché, de tus labios salieron palabras indelebles que consolaron mi timorato corazón.
Es fútil imaginar tu rostro ya que las palabras no podrán jamás describir tal perfección; soslayar la luz que manaba de ti fue imposible e innecesario.
Desde ese momento mi corazón imberbe en el amor descubrió el significado de esta palabra que muchos mencionan pero pocos llegan a sentir.
Mi otrora yo negaba tu poder, tu grandeza y tu gloria pero con la fe incólume hoy creo en ella.
Por un tiempo, sentí como mi mundo se desplomaba ante mis pies pero con fruslerías soslayaba mi dolor. Incardinar mi pasado con mi presente y futuro a sido mi perdición pero sé que contigo encuentro la salvación.
A ti amado Consolador agradezco aquel ósculo que me obsequiaste usando aquellas palabras de consolación. Sé que siempre que recurra a ti me responderás y acudirás a mi clamor, mi pago, será alabarte por toda la eternidad usando verbigracia mi voz para cantarte y mis manos para exaltarte.
Fernanda Pulido 1101
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