Estoy encamotada de una amalgama de colores. Sus ojos cafés le quitan el sueño al galicinio, y su piel bronceada me hace sentir que todos los días sale el sol.
Yo solía ser bigarda, pero su llegada a mi vida me dio un giro copernicano, me convertí en una persona acusiosa y suelo eludir cualquier tipo de caterva.
Él aunó mi vida con la suya. Nuestro fin es cambiar al mundo, y tiene mucho sentido, pues si él fue capaz de cambiar el mío con su sonrisa aperlada, ambos haremos algo increíble, recibiendo como emolumento la esperanza de un mundo mejor.
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